O comércio de órgãos, principalmente dos rins, tem sido abordado aqui em vários posts. (clique aqui). Hoje, no blog do Alon há menção a extirpação à força de órgãos por guerrilheiros kosovares. A história parece fantasiosa. Porém, a autora - Carla del Ponte - e, o jornal que divulgou a denúncia - El País merecem crédito. O livro sobre o ocorrido foi publicado em italiano em co-autoria com o ex-correspondente do The New York Times.
Abaixo, trecho da reportagem que pode ser lida na íntegra (clique aqui):En el verano de 1999, entre 100 y 300 prisioneros serbios en manos de la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK, en sus siglas albanesas) fueron llevados en camiones a una casa de Burrel (Albania), con la complicidad del actual primer ministro kosovar y ex líder guerrillero Hashim Thaçi. Una vez allí, se les extirpaban diversos órganos para ser utilizados en el tráfico internacional, hasta que los prisioneros perdían la vida. Tales aseveraciones forman parte del libro La caza. Yo y los criminales de guerra, publicado en italiano por Carla del Ponte, ex fiscal del Tribunal Internacional Penal para la ex Yugoslavia, constituido por el Consejo de Seguridad de la ONU para juzgar los crímenes de aquella guerra.
La obra, escrita en colaboración con Chuck Sudetic, ex corresponsal en la zona de The New York Times, se ha publicado esta semana en Milán y ha suscitado inmediatamente la polémica. Del Ponte cuenta en el libro que la oficina dirigida por ella en el Tribunal para Yugoslavia "comenzó a recibir informaciones a lo largo del verano de 1999 sobre unas 300 personas que habrían sido transportadas en camiones cruzando la frontera hacia el norte de Albania (...) A los prisioneros más jóvenes, sanos, fuertes y mejor alimentados se les evitaban los golpes. Eran atendidos por personal médico y posteriormente transferidos a otras estructuras de detención en Burrel. Allí eran alojados en una casa amarilla utilizada como quirófano clandestino donde les extirpaban órganos".
La obra, escrita en colaboración con Chuck Sudetic, ex corresponsal en la zona de The New York Times, se ha publicado esta semana en Milán y ha suscitado inmediatamente la polémica. Del Ponte cuenta en el libro que la oficina dirigida por ella en el Tribunal para Yugoslavia "comenzó a recibir informaciones a lo largo del verano de 1999 sobre unas 300 personas que habrían sido transportadas en camiones cruzando la frontera hacia el norte de Albania (...) A los prisioneros más jóvenes, sanos, fuertes y mejor alimentados se les evitaban los golpes. Eran atendidos por personal médico y posteriormente transferidos a otras estructuras de detención en Burrel. Allí eran alojados en una casa amarilla utilizada como quirófano clandestino donde les extirpaban órganos".
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